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Josep Borrell: "Los ciudadanos pueden elegir gobiernos, pero no políticas"








Estudió Ingeniería Aeronáutica, pero dedicó más de 30 años de su vida a la política. Empezó como concejal de Majadahonda y terminó en las altas esferas de la Unión Europa. El socialista Josep Borrell (Lleida, 1947), expresidente del Parlamento Europeo, estuvo esta semana en la Universidad Europea de Canarias hablando de la crisis.

-Usted ganó unas primarias en 1998, pero no fue el candidato a la presidencia del Gobierno. Todavía hoy el PSOE no ha sido capaz de celebrar unas primarias. ¿Considera que falta democracia?
“En el último congreso en Sevilla ya se decidió que el próximo candidato a la presidencia del Gobierno sería elegido por un proceso democrático abierto no solo a los militantes, sino también a los simpatizantes. Deberían participar millones de personas, no solo los afiliados”.

-¿Cree que existe una falta de liderazgo dentro de los partidos políticos tradicionales?
“Es una queja que se oye en casi todos los países. La gente cree que ya no hay liderazgos como los de Kohl, Mitterrand, o González, pero este no es el problema más importante que tenemos ahora…”.

-¿Cuál es?
La crisis económica. Lo importante es encontrar una terapia adecuada para que Europa salga de esta crisis, que al principio pensamos que no iba con nosotros y que se ha convertido en la crisis más grave desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”.

-El europeísmo parece que se ha convertido más en una fe, y como en toda fe, se pide a los ciudadanos que crean aunque no vean resultados. ¿Cuánto durará?
“La terapia que se está aplicando es equivocada. Es natural que los ciudadanos cambien la visión que tienen de Europa. Antes, para España Europa era una especie de hada buena que nos daba subvenciones. Ahora es una madrastra”.

-Estaba en el Gobierno cuando se produjo la primera intervención a un banco, el caso Banesto. Cuando ve lo que está ocurriendo ahora, ¿encuentra algún tipo de paralelismo?
“Lo de Banesto fue un caso aislado, un caso muy concreto de una gestión delictiva. Su responsable acabó en la cárcel…”.

-¿Y ahora no debería acabar nadie así?
“(Ríe) Desgraciadamente ahora la situación es mucho más grave: tenemos un problema que afecta a una parte muy importante del sistema financiero español que no era, desgraciadamente, el más sólido del mundo, como pensaba y decía Zapatero. Al contrario, era uno de los más débiles del mundo”.

-¿Qué opina de las prospecciones petrolíferas en Canarias un exministro de Medio Ambiente y expresidente del Parlamento Europeo que, además, ha trabajado en empresas energéticas?

“No conozco el tema bien, pero comprendo que después de las experiencias del Golfo de México la gente que vive en una zona de interés turístico sienta temor. Las prospecciones tienen que ser evaluadas cuidadosamente por el Gobierno de España”.

- ¿Se preocupan en Europa por el Archipiélago canario?

“En Bruselas no son suficientemente conscientes del dramatismo que tiene el paro en España e Italia, y dentro de España, en particular en Canarias. Aquí las cifras de paro, sobre todo juvenil, son terribles. Esta semana el primer ministro italiano advirtió del riesgo político que representa el paro juvenil: se corre el riesgo de movimientos antisistema. Seguramente Canarias es uno de los sitios donde ese nivel de paro es más insoportable”.

-Los ciudadanos están cansados de elegir gobiernos que incumplen sus promesas con la excusa de rendirle cuentas a Bruselas. ¿La democracia está en peligro?
“Los ciudadanos perciben que sus gobiernos no son los dueños de sus políticas, que pueden cambiar de gobierno pero no cambiar de política. La democracia pierde poder en la escena nacional y no lo recupera en la escena internacional. Cuando se anunció la intervención de Chipre había cinco personas y ninguna era un cargo electo directo”.

-A eso hay que sumar lo que ha ocurrido en países como Italia…
“Bueno, en Italia se eligió democráticamente…”.

-Bueno…
“Las formas se guardaron. A Monti lo votó el Parlamento. ¿Por qué? Seguramente porque no le dejaron más remedio…”.

-Es decir, vivimos en un mundo en el que no podemos elegir o elegimos entre dos opciones idénticas. ¿Hasta qué punto eso es libertad?

“Es preocupante que la crisis no haya contribuido al ejercicio de la democracia. El déficit democrático del que tanto se habla no se ha corregido, se ha agravado”.

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