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Mostrando entradas de abril, 2016

Una sociedad crowdfunding

Me gusta encontrar a personas con las que tengo algo en común y me gusta ayudar a que esos proyectos se pongan en marcha. Quizás por eso desde hace tiempo me siento como una especie de micromecenas del periodismo español. Cada vez que encuentro un periódico, revista o semanario que me entusiasma me siento tentada a suscribirme. Y esa tentación suele traducirse en que saque mi tarjeta de la cartera y escriba todos los dígitos de manera automática. A veces soy un poco tonta, porque incluso cuando algunos de esos medios empiezan a decepcionarme al intentar decirme cómo debo pensar, sigo pagando. Trato de concentrarme en lo que me aportan y en lo difícil que es hacer bien este oficio en tiempos en los que nos quieren convencer de que a casi nadie le importa el periodismo. En otras palabras, me gasto mi dinero en distintos medios porque no solo me gusta mi trabajo, sino que creo en él y en muchos periodistas que cada día, con más pena que gloria, hacen un trabajo excelente. Lo hago casi

No es tiempo para héroes

Evitar la construcción de doscientas viviendas sociales en Yonkers Este, un barrio "decente" de la ciudad neoyorkina, en la década de los ochenta. Esa fue la promesa que hizo que Nick Wasicsko se convirtiera en el alcalde más joven del país. Los vecinos se negaban a convivir con familias de negros procedentes de zonas conflictivas donde la droga y las redadas formaban parte del paisaje, y aquel chico, que no se había planteado llegar a la alcaldía y mucho menos que la planificación urbanística podía reducir la desigualdad, se comprometió a mantener la pureza de esos adosados. Este escenario es el que elige David Simon para escribir su su mini serie "Show me a hero" , seis capítulos basados en hechos reales que retratan las miserias de la política local, pero también las de una sociedad decidida a luchar para mantener su estabilidad.  Este guionista que se aleja de lo común suele elegir asuntos turbios y poco frecuentados por las televisiones. "Me interesa q

Firmitis

Al principio, lo único que importaba era que te hicieras un nombre. Tienes que firmar para que te conozcan, repetían los jefes a quienes empezaban en el oficio hace algunos años. Entonces, los nuevos llegábamos a las ruedas de prensa y nos preguntaban si éramos becarios: nadie sabía que existíamos y, lo peor, no parecíamos tener edad suficiente para hacer algo decente. Ese consejo ya se escucha menos, pero no porque haya más cautela o hayamos descubierto los peligros asociados a la firmitis: lo que ha cambiado es que ahora son pocos los que empiezan y muchos los que abandonan las redacciones para siempre. La crisis ha dejado medios desiertos, pero estos años de despidos y precariedad no explican todas las malas prácticas que se han asumido como cotidianas o efectos colaterales. Aún así, la observación no estaba equivocada, lo único que tiene un periodista es su nombre. Por eso nuestros nombres no deberían aguantarlo todo. Firmar cualquier texto es una actitud injusta -hacia quienes