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Mostrando entradas de noviembre, 2012

La economía del desconocimiento

Les prometieron un futuro decente, pero cuando acabaron de estudiar no hubo nada para ellos. Miles de jóvenes (y no tan jóvenes) se sienten estafados: algunos todavía no han encontrado su primer empleo y otros sobreviven como eternos becarios. Con un panorama así resulta difícil ensalzar las virtudes de la educación. Sin embargo, los datos dejan margen para la esperanza. Según la última Encuesta de Población Activa (EPA) que realiza el Instituto Nacional de Estadística (INE), estudiar en la Universidad es la mejor opción para esquivar el desempleo. También en Canarias, donde más del 30% de las personas que está trabajando tiene estudios superiores. Pero, ¿quién contrata a estos licenciados? ¿Están siendo artífices de la transformación económica que necesita la comunidad autónoma? El ISTAC, gracias a los datos que facilita el INE, ha revelado una realidad que explica el modelo socio-económico actual de Canarias y que pone en duda la transferencia de conocimiento de l

Ídolos mundanos

Cuando se vino de Venezuela era un niño. Probablemente fue la primera gran aventura de su vida, pero fue solo el comienzo de décadas y décadas de aventurero servicio público. Tenía siete años cuando se hizo del Real Madrid y 12 cuando supo que quería ser periodista. El paso del tiempo no lo desvió de ninguno de sus caminos. Hoy tiene más de 50 años, ha recorrido el planeta de conflicto en conflicto y ha dejado escritas incontables páginas. Mientras era testigo de la historia se dio cuenta de que no le gustaban las armas y de que siempre que iba a todos esos países devastados lo hacía con una idea en la mente: retratar la heroicidad y el dolor de las víctimas. Hoy es un corresponsal de guerra consagrado que, después de estar en muchas trincheras, ha decidido quedarse en Madrid, la ciudad de su equipo. Cada uno tiene sus referentes. Los va añadiendo a una lista imaginaria a medida que pasa el tiempo. El periodismo tiene cosas maravillosas y una de ellas es que a veces pue

En mi hambre mando yo

Hace poco lo recordó José Luis Sampedro, pero lo cierto es que ocurrió hace bastante tiempo. Era la época de la República, en España había mucha hambre y el capataz de un cacique se dedicaba a ir de puerta en puerta comprando votos. Les daba dos duros, que entonces eran una fortuna, y les exigía fidelidad. Todo iba bien hasta que se encontró con un jornalero que cogió los dos duros y se los tiró al suelo. Lo miró y le dijo una frase que ha pasado a la historia: “En mi hambre mando yo”. Salvador de Madariaga usó esta “anécdota” en el prólogo de uno de sus libros -España (1931)- y Sampedro quiso recordarlo hace algunos años en la entrega de unos premios. Todavía no había empezado la crisis, pero él ya necesitaba más ejemplos de dignidad para seguir adelante. Creía que sin el coraje de aquel pobre hombre el mundo no avanzaría en la dirección correcta. Desde entonces han pasado cerca de ocho años. La situación económica ha ido empeorando y miles de personas han tenido que ar

La historia de mi amigo

Estudió Periodismo a 100 kilómetros de su casa. Tenía 18 años y el mundo todavía era muy grande para él. Cada viernes se acercaba a la estación de Santa Justa, se subía a un tren de cercanías y volvía a su casa. Los lunes le tocaba volver a la realidad y, cargado de táperes, hacía el recorrido al revés, volvía a su piso bien temprano y a las tres y media ya estaba en su primera clase de la semana. Con el tiempo todo eso cambió. Empezó a poner excusas y a quedarse algún fin de semana en Sevilla. Tenía ganas de viajar. En cuarto de carrera decidió pedir una beca Erasmus. Se enamoró de Roma, pero cuando terminó sus estudios volvió a Cádiz y empezó a trabajar en un periódico local. Le iba bastante bien y llegó a pensar que ese podía ser su futuro. Pero un día se cansó, se despertó y supo que algo fallaba. Hizo la preinscripción en un máster de Comunicación Corporativa y cruzó los dedos. Tuvo suerte. No tenía claro si se estaba equivocando, pero renunció a su trabajo, pidió un préstamo y