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Mostrando entradas de noviembre, 2009

Mezquino azar

En las estanterías de cualquier bazar, situado en una céntrica calle de una capital europea, se amontonan las baratijas más variadas. Todas ellas, señuelos de la identidad de los países, sustentan la pequeña economía impulsada por los turistas desmemoriados. Una flamenca, un toro y una tortilla. Una Torre Eiffel, un Arco del Triunfo o el Moulin Rouge. El Coliseo, Vittorio Emanuele o Piazza Navona. La ingeniería de la miniatura es capaz de albergar cualquier símbolo con esencia patriótica. Si uno busca más allá de esos muestrarios que creen constreñir la esencia cosmopolita, se pueden hallar, también, creaciones más localistas. Una cutre Sagrada Familia o un Miró a pequeña escala pueden terminar en el salón de casa. Todas, amontonadas en cualquier esquina, están buscando con afán atraer la mirada del espectador, engatusarlo. Justo lo que intenta hoy hacer el nacionalismo. Lo que nadie se imagina es al vendedor, herramienta indispensable de este mercado, obligando a pagar por un trozo de

"La gente se alimenta de folclore porque no puede hacerlo de ideas"

Hay quien lo ha llegado a llamar el Sartre español. Más allá de estas calificaciones, Fernando Savater (País Vasco, 1947) es hoy un filósofo de reconocido prestigio que, con decenas de libros a sus espaldas, se ha convertido en uno de los rostros visibles en la lucha contra el terrorismo. Entre sus logros está la ética que le escribió a su hijo Amador en 1992, que fue traducida a más de 20 lenguas y formó a decenas de generaciones. Quizás se adelantó a Educación para la Ciudadanía porque ya entonces se consideraba un revolucionario sin ira. -Muchas generaciones se formaron con Ética para Amador. Entonces ya decía que no entendía que la ética fuera una alternativa a la religión en el sistema educativo. Más de 15 años después, la moral y la fe siguen enfrentadas... "La ética es una cuestión de todos y la religión de algunos. Me parece muy respetable que haya quien tenga sus ideas religiosas y que éstas les dicten principios morales. Pero, en cualquier caso, la moral tiene que ser al

Una de piratas

La tristeza no suele tener demasiados problemas para convertirse en okupa de las portadas de los diarios. Cuando ese dolor se contextualiza con un cautiverio de más de 40 días, se adereza con personas dedicadas a una profesión muchas veces novelada, y se ayuda del poder de las nuevas tecnologías, el secuestro del Alakrana es una serie televisiva con todos los ingredientes oportunos. La única excepción es que no hay dosis de ficción que amortigüen las barreras que marcan las aguas internacionales, construidas por una extraña diplomacia. No es la primera vez que todo un país sigue un secuestro a través de los medios de comunicación. Muchos recordamos aquel fin de semana eterno, en el que Miguel Ángel Blanco perdió la vida de una manera muy lenta y muy dolorosa. Con demasiado morbo de por medio, con la sensibilidad luchando contra sus propios límites, aquel hombre fue retenido por los sicarios de un nacionalismo exacerbado que aún hace estragos en este país. Las horas corrían veloces y lo