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Mostrando entradas de marzo, 2010

Prósperos

Prósperos, acomodados y cultos. La Dictadura los castigó con frenesí cruento pero, a cambio, la vanagloriada TransiciónEspañola los agasajó con un futuro prometedor. Una renta per cápita envidiable, diversidad lingüística reconocida, un legado competencial en crecimiento constante y una cultura cosmopolita capaz de desafiar, sin correr riesgos innecesarios, a capitales europeas ubicadas a miles de kilómetros a la redonda. Cataluña se forjó su atractivo a fuego lento, con mucho amor propio y ansias de superación. Hoy los sondeos dicen, sin embargo, que la convivencia está rasgada por el silbido de la xenofobia. Una encuesta publicada por El Periódico advierte que la igualdad está muy enferma en esta geografía española diezmada por una crisis que sólo deja escarcha en las neveras y esqueléticas éticas. Una percepción que ya se vislumbró cuando el Ayuntamiento de Vic quiso no empadronar a los inmigrantes. Las cifras cuentan que el 64% de los ciudadanos está de acuerdo con la controvertida

Nuevos genios

La historia se ha empeñado en contar que la genialidad no encuentra barreras a su paso, y que si la destreza de Charly García delante de un piano era evidente a los seis años, su escaño en el panteón del rock en español estaba escrito ya en alguna parte. También el papel de André Bretón como padre de un surrealismo que daría la vuelta al mundo, el de Salvador Dalí -que patentó su excentricidad con un pincel entre sus dedos-, el de la reciente galardonada con el Nobel de Literatura Herta Müller -armada con un lápiz y un comunismo cruel en sus entrañas-, o el de Pablo Picasso -a quien el cubismo lo ha definido hasta estos días-. No es patrimonio del dinero el don para sembrar el desconcierto, la pasión o la vocación. De hecho, suele tener más capacidad de pervertir los delirios que al final transforman algunos mundos. Así y todo, el esfuerzo de sociedades enteras, decididas a rellenar la brecha de la diferencia, impulsó el Estado del Bienestar garante de políticas sociales y de oportunid

Recuerdos

Podrá repetirse hasta el cansancio: hace seis años algo cambió en este país. España vivió el horror en casa, dejó de observar por el televisor las bombas indecentes y e indoloras que caían en Bagdad y sintió ese dolor inexpresable que sólo acompaña a las pérdidas más inhumanas. Un atentado perpetrado por el terrorismo islámico acabó con la vida de casi 200 personas cuando el sol apenas había alcanzado el cielo. La masacre tuvo como escenario la moderna Madrid, tal día como ayer, pero mantuvo en vilo a millones de españoles. La comunicación se dificultó durante horas que parecieron años, la información llegó a través de unos medios de comunicación volcados en su papel, que acercaron gota a gota el exabrupto que a orillas de Atocha acontecía. De repente, la inseguridad se apoderó de las calles, el miedo del integrismo dejó de ser un pánico difuso y empezó a sabotear demasiadas esperanzas. Desde entonces han pasado muchos meses. Ya no todos los diarios airean en primer término el recuerdo

Toreando la sensatez

Habla para que yo te conozca. La historia cuenta que fue Sócrates quien un día resumió parte de su filosofía así, definiendo la conversación como la antesala de la sabiduría. Desde entonces han corrido mucho las hojas del calendario y un sinfín de teorías han seguido engranando el pensamiento. Lejos han quedado los días en los que el debate abría más caminos que descalificaciones. Tiempos en los que quizás las palabras eran dueñas de esencias, y no tenían como prioridad comportarse como dagas perversas. La batalla librada en medio del Parlamento catalán, con las corridas de toros como epicentro, ha vuelto a demostrar que la diversidad está lejos de engendrar riqueza en este país donde viven dos Españas más empeñadas en despistar que en convencer. En medio del hemiciclo, este divorcio quedó plasmado, personalizado en intervenciones grandiosas que quizá tuvieron su máximo representante en el físico Jorge Wasenberg. Su implicación en el debate llegó a tales cotas que no tuvo reparo en exh

El tragaluz del horror

La sociología tiene un campo árido en el que desarrollar sus encantos, inventar nuevas teorías y argumentarlas con infinidad de experimentos sociales. El ojo indiscreto de Gran Hermano apareció un día y quiso revolucionar nuestras entrañas, camuflarse con un aura de novedad y resquebrajar los pilares de la normalidad. George Orwell había actuado como el gurú de la difamación de la intimidad y, convertido en este personaje, preconizó un sistema perverso. Los expertos nacidos a posteriori llamaron a esto telerrealidad y creyeron que una nueva era se abría paso. Así fue. La intimidad se vapuleó, se exprimió y el imperio televisivo bebió de él. Fue algo nauseabundo pero todo el mundo coincidió en que era el exponente máximo de la democracia. Hoy ese fenómeno empieza a transformarse, a dejar paso a un horror televisivo al que no le faltarán voces autorizadas. Tampoco ejemplos variopintos con los que ilustrar los libros con los que esta disciplina engrosará las estanterías: el líder de la ba