“La pregunta es para qué sirve cambiar de equipo si la política sigue siendo la misma”. Ignacio Ramonet acudió ayer a la tercera sesión del foro de CajaCanarias Enciende la Tierra y reconoció que desde que comenzó la crisis se ha planteado las mismas cuestiones que el resto de los ciudadanos. “¿De qué sirven las elecciones si la política la marca Europa? ¿Vivimos en una verdadera democracia? ¿Cuándo acabará la crisis?”. El director de Le Monde Diplomatique no tiene todas las respuestas, pero ha pensado mucho en las preguntas y ha sacado algunas conclusiones. Todas parten de una idea principal: “La única forma de cambiar la política es desde dentro”. Eso sí, “teniendo mucho cuidado de que la política no te cambie a ti”.
“Si seguimos con la austeridad no saldremos de esta situación; iremos a un infierno social”
El catedrático de Semiología e Historia de la Cultura de la Universidad de la Sorbona, que protagonizó la sesión Después de la tempestad, dedicó gran parte de su exposición a hablar de la falta de representatividad política actual y de los movimientos sociales que han aparecido. En su alegato apostó por que el 15M dé el salto a la política. Además, puso especial énfasis en la necesidad de luchar contra la deslegitimación institucional: “Tenemos que elegir si queremos más o menos democracia”. Se trata de un proceso muy complejo, porque la sociedad está sufriendo una crisis brutal -“más que la de 1929”-, al tiempo que ve cómo la clase política sigue disfrutando de privilegios. La historia ha demostrado que situaciones similares pueden derivar en extremismos. También que hay que tener cuidado con el alcance del mercado. Margaret Thatcher y Ronald Reagan “fueron los primeros en privatizar algo”. “Ya solo queda lo más rentable: la educación, la sanidad y las jubilaciones” y “tenemos un mercado totalitario”.
En un escenario tan trágico como el español, Ramonet encontró algunas razones para explicar por qué no se ha producido un estallido social. Utilizó el argumento de la solidaridad familiar, pero fue más allá y lo relacionó con el patrimonio. “El país con más patrimonio familiar es Chipre. Le siguen Grecia y España, y el que menos tiene es Alemania”.
Este extraño ranking refleja parte de la cultura de los países mediterráneos, que tradicionalmente han sido más pobres y han preferido comprar para sentirse más seguros, apuntó. Esa es una explicación, pero lo cierto es que “no sabemos cuánta elasticidad tiene el sistema y si finalmente habrá un estallido”, como ocurrió cuando Latinoamérica pasó de las dictaduras a las democracias neoliberales. Lo que sí sabemos es que si continuamos con las políticas de austeridad diseñadas por Ángela Merkel y su séquito “no saldremos de la crisis, sino que profundizaremos en ella y nos quedaremos ahí”. “La política de austeridad nos condena a más crisis; nos lleva directos a un infierno social”.
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