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No es una lucha de clases

Decía Alexis de Tocqueville que solo en un gobierno democrático los que votan por un impuesto pueden escapar de la obligación de pagar. Llegó a esa conclusión en pleno siglo XIX, pero su clarividencia sirve para comprender la falsa lucha de clases en la que nos dicen que andamos metidos. En los últimos tiempos, la palabra justicia aparece mucho en las conversaciones. Vivimos una crisis cruel que ha obligado a cambiar los discursos, a rescatar palabras que aún pronunciábamos, pero que creíamos patrimonio de otras épocas. Casi a la vez han aparecido nuevos conceptos. Hoy hablamos del copago -farmacéutico, universitario, legal…- como única receta exportable para mantener los vapuleados estados del bienestar. Los que tienen un poco más deben (re)pagar más para poder mantener los servicios sociales. Suena bien, pero ¿eso no lo habíamos inventado ya? ¿La justicia distributiva no se garantizaba con un sistema de impuestos progresivo?

El uso y abuso del lenguaje hace que las palabras pierdan su significado. Hablar de igualdad no hace que se multiplique la honestidad y extender el copago no implica un contrato social más digno. De hecho, está ocurriendo justo lo contrario. Las nuevas tasas, que vienen siempre con el adjetivo de solidarias, recaen en la exigua clase media. A todos estos ciudadanos se les ha exigido desde 2008 que se comprometan más, que aumenten su aportación para mantener lo poco que queda de aquellos valores socialdemócratas que emergieron tras la Segunda Guerra Mundial. El problema es que no soportarán eternamente esa carga. ¿Por qué pagar dos veces por la sanidad si existen seguros privados? ¿Y si declaro menos? Nos ha tocado vivir en una era en la que necesitamos aunar esfuerzos, pero nuestros políticos prefieren dar sermones perversos. Dicen que quieren justicia, que solo la equidad mantendrá vivo nuestro modelo, pero no es cierto. Lo que sugieren veladamente es que nuestro sistema es extremadamente caro y que unos pocos tienen la responsabilidad de mantenerlo a flote. No dejes que te engañen, en realidad están ensalzando la privatización de lo público. Las clases altas se aprendieron hace mucho el truco de Tocqueville, eluden impuestos, se enriquecen y viven ajenas a estas disputas domésticas. No es una lucha de clases, es la estafa perfecta.

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