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Canarias, en la encrucijada del Sahel



Un millón y medio de personas, 830.000 kilómetros cuadrados y el fundamentalismo islámico campando a sus anchas. Malí ya era un estado fallido antes, pero los acontecimientos de los últimos meses han terminado de convertir el norte del país en un santuario terrorista. Esta zona, controlada por Al Qaeda, amenaza seriamente la seguridad de Europa y, por ende, de Canarias. Carlos Echeverría, un experto en terrorismo yihadista que dirigió el programa Understanding Terrorism para el departamento de Defensa de Estados Unidos (EE.UU.), sabe que si no se controla la inestabilidad del Sahel (zona transición entre el desierto del Sáhara en el norte y la sabana sudanesa en el sur) esta situación puede generar problemas relacionados con inmigración, terrorismo y tráfico de drogas. “Se trata del desafío de seguridad más importante y más difícil de gestionar en África”.

El investigador aplaudió las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, García Margallo, que el martes vinculó los sucesos del norte de África con Canarias. “No ha sido una exageración del ministro: hay que hablar más de estos temas y hacer una labor didáctica para entender lo que ocurre. Situaciones como las de Malí provocan grandes desplazamientos de población. Que Canarias haya superado la crisis de los cayucos no significa que las rutas migratorias no se vuelvan a reactivar”, alerta. Además, desde su punto de vista, las rutas migratorias pueden ser una vía de acceso para el terrorismo y los tráficos ilícitos. Las pateras “son vehículos de acceso al territorio europeo. No es alarmista decir que los terroristas pueden entrar a Europa en patera”. Hasta el momento las fuerzas de seguridad no tienen constancia de que esto haya ocurrido, pero “todas las embarcaciones no son interceptadas”. A ello hay que unir que el descontrol del Sahel ha convertido esta franja en un territorio especialmente apto para el tráfico de drogas. Este negocio, junto con el secuestro de cooperantes occidentales, financia la causa terrorista.


Las Islas, ¿un portaviones?

Potencias europeas y africanas buscan estos días posibles soluciones a la situación de Malí. Las opciones que se plantea la comunidad internacional son intervenir -si hay consenso y una resolución de Naciones Unidas- o apoyar militarmente a las fuerzas del sur del país para que emprendan la recuperación del norte. La segunda alternativa parece la más factible: los gobiernos occidentales no tienen dinero para afrontar una misión de combate y en Malí no quieren oír hablar de injerencia extranjera. De cualquier forma, mientras se toma una decisión “hay que prestar ayuda al estado maliense”. En ambos escenarios, el papel de Canarias será relevante: “El Archipiélago tiene un gran valor logístico y sus puertos y aeropuertos podrán ser usados para dar apoyo a las fuerzas de Malí”, precisa Echeverría, haciendo alusión a las bases de Gran Canaria.


La otra ‘primavera árabe’ 

Echeverría, que también es director y analista del área de Terrorismo Yihadista Salafista, considera que las revoluciones árabes deben analizarse desde la perspectiva de la seguridad nacional de España, prestando especial atención a sus escenarios y norteafricanos y sahelianos. “En los próximos meses y años el escenario será de inestabilidad”, pronostica. Los islamistas, en general, han sido “los principales beneficiarios del proceso de cambio abierto y los radicales tienen hoy más visibilidad”. Ben Alí, Mubarak, Gadafi y Traoré “eran aliados de Occidente y bestias negras para Al Qaeda y sus sucursales”. Su caída, por paradójico que pueda parecer, no deja de ser “un enorme logro para los yihadistas”.


Frente Polisario

“¿Volver a la coger las armas? En términos militares es altamente inviable que esto ocurra”. Marruecos tiene el apoyo de EE.UU. y de otras potencias que ven con buenos ojos la solución de la autonomía, en lugar de la autodeterminación, para el Sáhara Occidental. La tesis alauí que vincula a miembros del Polisario y a terroristas puede volver al debate público como consecuencia del crecimiento del terrorismo en Malí. “Esta relación no tiene por qué surgir, pero por ello no hay que dejar de tener en cuenta la inestabilidad creciente de la zona”. Una situación que no se debe exclusivamente al poder que está ganando Al Qaeda en la zona, sino a otros factores de riesgo: el clima y el hambre.

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