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Ojalá

Con el calor que desprendían los brazos de su madre y con apenas veinte días. Así entró por primera vez en una sala de cine. Se adentró en aquel panteón de la imagen sin saber que allí descubriría la incertidumbre musicada que Hitchcock escogió para su vértigo, sin imaginar que quedaría fascinado para siempre por los sonidos que aquellos vetustos altavoces desprendían y que haría de la música un arma con la que disparar balas de retórica en un mundo que monopolizaría el don para esquivarlas. Con el tiempo, su devoción se convirtió en insignia de una época que se quiso llamar revolución.Durante décadas defendióCuba del imperialismo asfixiante, despertó pasiones y patentó la banda sonora del comunismo. Una guitarra y su voz liderando la trova cubana traspasaron fronteras sin necesidad de salir de una isla convertida en paréntesis de la historia. Esta semana logró el visado y aterrizó en Estados Unidos para alabar a los yanquis y agasajar a Obama con palabras. Hace tiempo que su voz gotea pesadumbre. Destila sedimentos de una tristeza que aún contiene reminiscencias utópicas, pero que arrastra toda una vida de golpes contra la realidad. Silvio Rodríguez llegó a la superpotencia para hacer lo que sabe: cantar las desgracias que considera que el mundo le colocó en el camino, salvarse entre únicos e impares y, por supuesto, insistir en la necesidad de vivir sin tener precio. Sus afirmaciones se colaron inmediatamente en páginas de periódicos con caducidad inmediata. Ayer, sin embargo, la nota en los diarios la puso la Consejería de Bienestar Social y el Instituto de la Mujer de este archipiélago. Después de anunciar que los bolsillos están vacíos y que no queda capital para desenterrar de la miseria a los necesitados, presentaron una guía de canciones con licencia para enarbolar el machismo. La publicación recoge un rosario de letras pegadizas, rociadas de desamor y avaladas por Operación Triunfo, además de algún tema cuya autoría ha traspasado cualquier calendario. El objetivo del estudio, desmontar todos los mitos surgidos al calor del romanticismo y luchar contra una violencia que muchas veces comienza en verso. Sin embargo, la mayoría de las canciones recopiladas no tiene sesgo alguno de machismo y puede ser voceada a pleno pulmón por hombres y mujeres. Muchas comparten temática, prefieren el ritmo fácil, tienen poca responsabilidad en las tragedias de muchas mujeres y difícilmente podrían convertirse en testimonio de una época. Todas, además, son canciones democráticas, que han llegado al top ten con el beneplácito del público. Excepciones, por supuesto, hay.

"Siempre debemos evolucionar y, de vez en cuando, se necesita una revolución". Lo dijo el mismo Silvio, un hombre que entregó su vida a una causa, con todas las discusiones que esa fidelidad puede engendrar. Lo que el ejecutivo canario recordó esta semana es que es verdad que casi nadie quiere música que haga historia, que la evolución no es una doctrina de gobierno y que la educación es la única garante de la igualdad, por muchos ministerios que sobrevivan y muchos informes absurdos que se escriban. La música es capaz de recoger una era, de acompañar soledades, de multiplicar panes y peces, es el embrión de movimientos sociales... Ojalá que también sea capaz de apelar a la cordura.

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