Un visionario, un luchador o un artista. Se han usado muchos calificativos para definir a César Manrique, pero solo hay una palabra en la que cabe toda su personalidad: fue un líder. Un trágico accidente de coche dejó desangelados a los conejeros a principios de los noventa, pero veinte años después, Lanzarote sigue impregnada de un pensamiento que va mucho más allá del ecologismo y que se respira entre el picón y las olivinas. En Lanzarote nadie olvida a César. CajaCanarias quiso acabar anoche su ciclo Enciende la Tierra con un homenaje al hombre que levantó un Camelot en la isla y que le devolvió la dignidad a sus habitantes.
La obra Social invitó a tres personas eternamente ligadas a la figura de César: Fernando Gómez Aguilera, el director de la Fundación César Manrique; Alberto Corazón, diseñador responsable de la imagen de la entidad; y Fernando Prats, arquitecto urbanista y director de la Estrategia para la Reserva de la Biosfera en Lanzarote.
Gómez Aguilera: “El poder está para ser vigilado: la realidad no es inexorable”
“Fue el líder de los campesinos, de los jóvenes, de toda la sociedad. Hoy sería el líder del 15-M”. La frase pertenece a Fernando Prats, pero el diálogo -moderado por José David Santos, director de DIARIO DE AVISOS- demostró que la reflexión es unánime. Los tres invitados insistieron en lo que ya se sabía: es imposible hablar de César Manrique y no hacerlo de ecología y sostenibilidad. Pero, además, explicaron por qué su pensamiento es una forma de entender el mundo y de enfrentar la vida.
“Lo que más me fascinó de César cuando lo conocí fue su capacidad arrolladora para vincularse a lo mejor de la vida. Y, a la vez, su capacidad para convertirse en la mosca cojonera del poder”. Supo aportar “ideas conductoras, credibilidad”, justo “lo que falta ahora en nuestros dirigentes”. Consiguió convencer a toda una isla de que había vida más allá del boom turístico que prometía progreso ilimitado. “La gente renunció a crecer por crecer. Y eso tiene un significado increíble. Las personas se dieron cuenta de que podían ser más felices si no estaban pensando en tener más y más”, señaló Fernando Prats.
Prats: “En Lanzarote la gente renunció a crecer por crecer; eso es fascinante”
Su gran victoria se debió a que tuvo la habilidad de construir un relato distinto de Lanzarote y embelesó a sus habitantes. En el mundo actual los líderes están en grave peligro de extinción: “Se vive con una mediocridad muy violenta y con falta de liderazgo de la clase política”. Lo peor “no es que nuestros hijos lo pasen mal ahora”. Lo terriblemente dramático es que la palabra futuro no existe, lamentó con tristeza Prats. “Nos dicen que no hay alternativas, pero no es cierto. La realidad es un relato que fabrica el poder. Nuestra obligación es poner siempre por delante la duda. Hay que disgustarse, hay que inquietarse, pero también hay que inquietar. El poder está para ser vigilado. La realidad no es inexorable”, subrayó Gómez Aguilera.
César Manrique nos demostró que otro mundo era posible, y edificó un pequeño refugio en una isla donde las carreteras se han amoldado a las curvas de la naturaleza. Hace más de dos décadas los ayuntamientos de Lanzarote tenían proyectadas 450.000 camas turísticas; hoy no hay ni 100.000. “Eso no habría pasado sin una población que creyera en una utopía”. Hoy necesitamos otra.
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