Lo dijo una vez Goethe, probablemente durante aquellos días en que Napoleón se ahogaba de imperialismo: "Prefiero la injusticia al desorden". Seguramente ya intuía la definición que un siglo después se popularizó de la boca de Groucho Marx: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". La política, como dijo una voz anónima una vez, también es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres con la promesa de proteger a los unos de los otros. La política es ese culebrón que anega las portadas de los periódicos y las cadenas de televisión, esa telenovela que se escucha de fondo en el comedor, a la que nadie presta especial atención, pero que no encuentra una competencia mejor en otro canal. En Canarias, ese serial cuenta estas semanas que el Partido Popular, henchido de ideología y compromiso, no pudo mantener su noviazgo repetido en la historia con su socio de G...