Conocí a Chimananda Ngozi Adichie por casualidad. Americanah fue un regalo de cumpleaños que se pasó unos cuantos meses en la estantería del salón hasta que llegaron las vacaciones y lo metí en la maleta. Hace tres veranos decidí llevármelo conmigo a un viaje por Serbia, Bosnia y Montenegro. Empecé y no podía dejarlo. Cada vez que parábamos en una carretera perdida para asegurarnos de que estábamos en la dirección correcta, abría el libro para leer alguna página más. Prácticamente lo llevaba en el regazo. Llegué a Tenerife y encargué su novela anterior, “Medio Sol Amarillo”. La adicción se repitió. Lo mismo ocurrió después con los cuentos de “Algo alrededor de tu cuello”. Esperé con ansiedad a que se reeditara “La Flor Púrpura” –su primera novela, que entonces estaba descatalogada-. A sus libros y charlas sobre feminismo llegué más tarde. Hoy aguardo, con la misma expectación, que anuncie nueva publicación y repaso continuamente san Google en busca de relatos, artículos o...