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El virus de la familia

Antes de que muriera su madre, Mary Karr (Grove, Rexas, 1955) decidió que convertiría su infancia en unas memorias. Tuvo claro que no recurriría a la imaginación y que optaría por la narración en primera persona cuando el obrero que estaba reformándole la cocina a su madre localizó una muesca en un azulejo y, después de examinarla, dijo: “Señora Karr, ¡esto parece un agujero de bala!”. Su hermana añadió: “¿Eso no es de cuando le disparaste a papá?”.     Hay infancias de las que no se sale. Mary Karr lo consiguió. Fue capaz de alejarse lo suficiente de aquellos años en los que ella y su hermana tenían que ingeniárselas para sobrevivir con dos padres alcohólicos. Su terapia consistió en transformar esos recuerdos en una historia que conmovió a millones de lectores en todo el mundo. Algunos habían vivido infancias trágicas, otros no. No importaba, porque a pesar de las desgracias que Karr relata en ‘El club de los mentirosos’ (Periférica & Errata Naturae, 2017), su mensaje ib...

Siempre estamos al otro lado

  La periodista Juliana González Rivera se embarcó hace unos años en una empresa inabarcable: documentar el origen del viaje a lo largo de la historia de la humanidad e intentar comprender por qué llega un momento en que sentimos lo que ella llama “el golpe del viaje”, esa necesidad de escaparnos de casa y aterrizar en otras vidas. Una de las primeras veces que ella reparó en ese impulso fue cuando, con dieciocho años, se subió a un avión para irse a estudiar, quizás “la primera aspiración de una vida en libertad”, y notó la atracción por lo desconocido, por convertirse en otra entre tantos otros. Desde entonces se ha hecho muchas preguntas - ¿qué es viajar?, ¿de dónde surge la necesidad de movernos?, ¿cuál es la diferencia entre un viajero y un turista?, ¿cómo ha evolucionado la literatura de viajes? – a las que ha intentado dar respuestas en ‘La invención del viaje’ (Alianza Editorial, 2019).    Los viajes son interminables, empiezan en nuestra mente, de donde nunca se ...

El futuro todavía existe

  Nos pasamos la vida pensando en el futuro. Desde pequeños se nos obliga a responder, una y otra vez, qué queremos ser de mayores. Entonces resulta una tarea sencilla. Pero la capacidad de imaginar no se mantiene intacta a lo largo de nuestra vida ni a lo largo de las épocas. Las protagonistas de  Entre visillos , de Carmen Martín Gaite, apenas disponían de margen para inventarse otras vidas. En la España de los años 50 el futuro no se elegía: ellas debían casarse, cuidar de sus maridos, tener hijos, ser invisibles. Setenta años después ya no existen las fronteras, las mujeres con estudios no somos la excepción y Steven Pinker ha publicado varios libros plagados de indicadores que demuestran que la esperanza de vida crece y la violencia retrocede. Sin embargo, cuando más posibilidades hay de ser lo que no somos, más incapaz me siento yo de imaginar mi futuro. Y no soy una excepción.   Héctor García Barnés acaba de publicar  Futurofobia , (Plaza & Janes, 2022), u...

El aroma de las almendras

Las obsesiones no se eligen, nos ocurren. Es posible que cuando Margaret MacMillan empezó su carrera como historiadora no imaginara la atracción que iba a desarrollar por las guerras. Quien se dedica a rastrear el paso del hombre por el mundo estudiará cómo los enfrentamientos han transformado nuestras sociedades a lo largo de los siglos y sentirá fascinación por el hallazgo, en los años 90, de Otzi, el cuerpo momificado de un hombre que vivió hace cinco mil años y que murió tras recibir varios golpes y una flecha en el hombro. Pero no es tan común sentir la urgencia de sumergirse en la destrucción absoluta de las guerras para comprender qué significa ser humano. Para MacMillan esa necesidad será tan abrumadora que acabará marcando gran parte de su obra. Esta doctora en Historia por la Universidad de Oxford ha publicado 1914. De la paz a la guerra (Turner Noema, 2013) y La guerra: cómo nos han cambiado los conflictos (Turner Noema, 2021). “Si deseamos entender el pasado -plantea- deb...

Cuánto vale la belleza

En 2014, el Tribunal de Cuentas italiano llevó a juicio a la agencia de calificación Standard & Poor´s por haber calculado erróneamente la confianza crediticia del país. En esa estimación no se había tenido en cuenta su patrimonio cultural, a pesar de su capacidad para atraer cada año a millones de turistas. La Divina Comedia , La Dolce Vita o el Coliseo debían valorarse cuando se medía la solvencia del país y, según los miembros de este tribunal, el valor de ese compendio de creaciones artísticas ascendía a 234 millones. Esta denuncia fue tomada por los representantes de la agencia como algo poco serio. Lo cuenta Salvatore Settis en Si Venecia muere (Turner Noema, 2020), un libro en el que estudia la decadencia que ha sufrido la ciudad de las lagunas. En el texto recuerda que, aunque Venecia solo hay una, hemos intentado que haya muchas. Se han construido reproducciones en Las Vegas, Dubai o Macao.  Cuando en marzo de 2020 la pandemia de coronavirus nos encerró en nuestras c...

La última vez que leímos un periódico completo

    Durante un tiempo me resistí a dejar de leer periódicos en papel. Quizás fue por deformación profesional, quizás por conservadurismo, quizás por esnobismo. Empecé Periodismo en el año 2000, cuando los blogs no existían, y sobreviví toda la carrera sin contratar internet en mi piso compartido. Entonces esta realidad no era épica. Las salas de informática de la facultad cubrían nuestras necesidades básicas: permitían consultar el correo, enviar mails, chatear y recopilar información para las decenas de trabajos que había que entregar. Además, no teníamos un duro. Cuando llegué a mi primera redacción, en 2006, todavía los periódicos locales podían sacar tiradas de más de cien páginas y las separatas de anuncios clasificados eran más amplias que muchos suplementos culturales actuales. Así, ¿quién iba a rendirse fácilmente a los encantos de la prensa digital?   En 2022 estoy suscrita a cuatro periódicos y a varias revistas, aunque accedo a otras muchas publicaciones gratui...

Contra la realidad

    Cada vez que pienso en la masacre perpetrada hace unos días en Bucha, una localidad cercana a Kiev, veo al mismo hombre, maniatado, tirado sobre el asfalto mojado por la lluvia, con su abrigo marrón. Hace mucho frío, pero ya no importa. Acaba de ser ejecutado. Sus uñas se han oscurecido, no sé si por las bajas temperaturas o por la suciedad. El cordón que mantiene sus brazos atados a la espalda conserva su color blanco. Los   palés se amontonan a solo unos metros. Es una de las imágenes que captó el fotógrafo Santi Palacios para  Revista 5w  y que me persigue desde entonces.    La invasión rusa de Ucrania está siendo relatada por reporteros y fotoperiodistas de todo el mundo. Algunos son independientes, otros se han desplazado hasta el país asediado con el apoyo de un medio de comunicación. Hay quienes ofrecen sus historias a empresas privadas y quienes lo hacen a empresas públicas; unos publican en periódicos de derechas y otros trabajan para cade...