Ir al contenido principal

Kamikazes en Twitter

Un código de conducta para comportarse en la web. Hay muchos medios de comunicación que ya han ampliado sus guías de estilo y han incorporado directrices para navegar en las redes sociales. ¿Pueden posicionarse políticamente los periodistas en Internet? ¿Cómo se debe contestar a una crítica a una información? ¿Qué hacemos con los usuarios destructivos?

El defensor del lector de El País se hizo públicamente estas preguntas hace unos días, después de que alguien se quejara del trato dispensado por un redactor en la famosa red de microblogging.

Seguramente no era la primera vez que reflexionaba sobre los sinuosos límites de Internet. Explicaba Tomás Declós que los diarios anglosajones son mucho más estrictos y dan menos margen de maniobra a sus trabajadores. En algunas empresas informativas no se permite que los jefes añadan a sus subordinados a su Facebook (siempre ha de ser al revés para evitar la coacción) y la BBC, incluso, obliga a los periodistas a mantener relaciones idénticas con los partidos. Es decir, si un redactor pulsa en Facebook sobre el botón de ‘me gusta’ de la formación laborista también debe hacerlo en el perfil digital de la conservadora. ¿La razón? Evitar dudas sobre su imparcialidad.

El País, a pesar de los problemas que tuvo que atender el defensor, ya cuenta con un código de conducta en la web. Está muy lejos de los diarios ingleses. Solo son dos páginas que constituyen un alegato en favor de la cordura cuando uno se encuentra en el centro de un escaparate como es Twitter. El código está formado por 10 puntos: compromiso con los valores de la empresa, confidencialidad interna, veracidad, legalidad, respeto, corrección gramatical y ortográfica, responsabilidad en la relación con las fuentes, tratamiento de la información, diligencia en la resolución de crisis y sentido común. Hay, además, un apartado específico para los momentos de crisis que cuenta con otros cinco apartados: proporcionalidad, precaución, honestidad, agilidad y, una vez más, sentido común.
La guía establece una manera de relacionarnos con la empresa para la que trabajamos y a la que representamos. Muchos lectores echan de menos, a veces con razón, que los periodistas cumplan con estas directrices. Las pautas, sin embargo, son las mismas que debemos seguir en cualquier relación -del tipo que sea- que estemos dispuestos a mantener. La vida es empatía; Internet no iba a ser menos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mezquino azar

En las estanterías de cualquier bazar, situado en una céntrica calle de una capital europea, se amontonan las baratijas más variadas. Todas ellas, señuelos de la identidad de los países, sustentan la pequeña economía impulsada por los turistas desmemoriados. Una flamenca, un toro y una tortilla. Una Torre Eiffel, un Arco del Triunfo o el Moulin Rouge. El Coliseo, Vittorio Emanuele o Piazza Navona. La ingeniería de la miniatura es capaz de albergar cualquier símbolo con esencia patriótica. Si uno busca más allá de esos muestrarios que creen constreñir la esencia cosmopolita, se pueden hallar, también, creaciones más localistas. Una cutre Sagrada Familia o un Miró a pequeña escala pueden terminar en el salón de casa. Todas, amontonadas en cualquier esquina, están buscando con afán atraer la mirada del espectador, engatusarlo. Justo lo que intenta hoy hacer el nacionalismo. Lo que nadie se imagina es al vendedor, herramienta indispensable de este mercado, obligando a pagar por un trozo de...

Por qué García Márquez odiaba las entrevistas

A Gabo no le gustaban las entrevistas. Hace años contó por qué. Se dio cuenta de que las entrevistas habían pasado a ser parte absoluta de la ficción, y que en ese camino, además de perder originalidad, se había permitido que aflorara la más burda manipulación. No sé exactamente la fecha, pero sí que han pasado ya más de 30 años desde que el Nobel de Literatura argumentara sus consideraciones acerca de este género informativo. Sus pensamientos sobre este asunto y de otros han quedado recogidos en un maravilloso libro, Notas de prensa. Obra periodística (1961-1984). Detro de él hay dos textos en los que el colombiano reconoce su aversión a las entrevistas. Se titulan ¿Una entrevista? No, gracias y Está bien, hablemos de literatura . En el primero de ellos insiste en la necesidad de la complicidad, algo que hoy aterra a los periodistas de raza. “El género de la entrevista abandonó hace mucho tiempo los predios rigurosos del periodismo para internarse con patente de corso en los mangl...

Mi tarde con Antonio Cubillo

Hablé varias veces por teléfono con él antes de ir a su casa. Siempre me dio la impresión de que era un hombre huraño, desconfiado y suspicaz. Quería saber con exactitud el motivo de mi entrevista. Reconozco que estaba nerviosa aquella tarde de julio, pero era un hombre al que tenía que conocer si quería reconstruir parte de la historia reciente de Canarias. Sobre todo si quería conocer cómo este personaje había conseguido que Canarias condicionara la política española. Pero casi tres horas de charla no dan para mucho si una tiene delante a este hombre. Nunca termina de contarte todo lo que vivió. A pesar de todas los actos reprobables que haya podido cometer, cada vez que Antonio Cubillo me viene a la cabeza pienso en algo que me dijo aquella tarde. Entre los atentados del MPAIAC, las críticas a la OTAN, la tragedia de Los Rodeos, su relación con la Pasionaria, el enfado con Carrillo (que lo llamó pequeño burgués), su encuentro con el Che y las huelgas obreras, Cubillo me habló muc...