Qué fue primero, la homofobia o la adhesión al islamismo radical. Omar Mateen mató el domingo a 50 personas en un club gay en Orlando y antes de hacerlo manifestó su fidelidad al grupo terrorista Estado Islámico. Muchos políticos se apresuraron a dar su pésame y apoyo a las víctimas y sus familias a través de las redes sociales. En concreto, el líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, fue muy criticado por aludir al heteropatriarcado y no esperar a que se desvelara que el joven ya estaba en el punto de mira del FBI y que mantenía ciertos vínculos con Daesh. Pero, más allá de que la homofobia y el yihadismo puedan ser compatibles, ¿de verdad fue el islamismo radical el origen de esta tragedia?
Haizam Amirah, analista del Instituto ElCano, planteó el viernes pasado, durante unas jornadas sobre la extensión del yihadismo en África, una pregunta que ayuda a encontrar respuestas a esta cuestión: ¿Se está radicalizando el islamismo o se está islamizando el radicalismo? El investigador principal para el Mediterráneo y el Mundo Árabe de este centro de pensamiento advirtió de que los países occidentales están sobredimensionando los actos de este grupo terrorista -que no es ni el único ni el más mortífero- y están provocando reacciones exageradas -y peligrosas- de sus gobiernos. Ello, y las técnicas de comunicación usadas por Daesh, favorecen el efecto imitación. Muchos de los que matan en nombre de Alá no saben nada de esa religión. Gritar Allahu Akbar (Alá es el más grande) te encasilla en un grupo terrorista determinado, pero, sobre todo, populariza tu masacre. Hoy en día -insistía también ayer a través de su Twitter- cualquier criminal, cualquier persona llena de odio sólo tiene que presentarse como "musulmán" para ganar fama mundial. "Se ha creado un gran incentivo para que criminales y desequilibrados ejerzan violencia extrema en nombre del Islam y así recibir atención global".
Quizás, para entender dónde está el origen real de lo que pasó ayer, haya que recordar, como también hizo Amirah, que el asesino de Orlando estaba fichado por el FBI desde 2013, pero que aún así pudo comprar un rifle de asalto sin problema, y que "en Canadá se han producido ocho matanzas a tiros en los últimos 20 años mientras que en Estados Unidos siete solo en la última semana".
La profesora de Derecho Administrativo Roser Martínez Quitante ponía el foco en el mismo asunto en un interesante artículo publicado en Ahora Semanal acerca de las distintas regulaciones sobre armas que hay en EEUU y sus efectos: "En Estados Unidos hay un tiroteo en masa casi cada día" y cada año "siguen muriendo 33.000 estadounidenses por arma de fuego". (..) "Las políticas para la prevención de esa violencia son casi inexistentes y eso que los gastos en atención médica por discapacidades prematuras, muerte o lesiones por esta razón están disparados y las cárceles tienen cinco veces más presos por 100.000 habitantes que otros países como Reino Unido".
El islamismo radical, como siempre, no lo explica todo.
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