Batalla campal y televisada. Faltaban solo tres minutos para que el sueño se cumpliera cuando cientos de personas invadieron el campo de Gran Canaria. La Unión Deportiva se había adelantado en el marcador y estaba virtualmente en Primera División. Solo quedaba el tiempo de descuento. En casa muchos ya lo celebraban; también en el campo. La gesta estaba prácticamente hecha, pero la avalancha de aficionados cambió el desenlace de una historia que estaba condenada a no tener un final feliz. El árbitro suspendió durante tensos minutos el encuentro. Cuando se reanudó, nada fue igual: los jugadores canarios, que habían mantenido la concentración y la superioridad durante los más de 90 minutos de juego, encajaron el tanto del empate y se despidieron del ascenso tras años sin jugar contra los grandes. Las bochornosas imágenes aparecieron en los principales medios de comunicación en pocos minutos y la seguridad en los campos de fútbol se convirtió en debate nacional. Pero, ¿fue un problema de...