El humanitarismo nació bajo una aureola de solidaridad y un espíritu misionero, al amparo de una organización religiosa, la Cruz Roja, una entidad que se esforzó por patentar la compasión y el amor al prójimo, y así humanizar las guerras. Su objetivo fue prestar ayuda a todas esas víctimas que se veían sacudidas por una contienda que no querían, salvaguardar la dignidad de tantos seres humanos a los que el destino los había traicionado. De camino, ponerle límites a la guerra, acuñar que todo no vale. Ni siquiera cuando el sonido de las bombas es la única música que se puede escuchar y el miedo no deja dormir. Por ello, los primeros trabajadores humanitarios desempeñaron su labor asistencial al lado de los militares, pero no con ellos. Era evidente que sus visiones de la realidad diferían mucho. La neutralidad y la imparcialidad eran entonces la base de un modo de entender el humanitarismo que iría cambiando mientras la historia avanzaba (algunas ongs se niegan hoy a ser neutrales). Lo...