Prósperos, acomodados y cultos. La Dictadura los castigó con frenesí cruento pero, a cambio, la vanagloriada TransiciónEspañola los agasajó con un futuro prometedor. Una renta per cápita envidiable, diversidad lingüística reconocida, un legado competencial en crecimiento constante y una cultura cosmopolita capaz de desafiar, sin correr riesgos innecesarios, a capitales europeas ubicadas a miles de kilómetros a la redonda. Cataluña se forjó su atractivo a fuego lento, con mucho amor propio y ansias de superación. Hoy los sondeos dicen, sin embargo, que la convivencia está rasgada por el silbido de la xenofobia. Una encuesta publicada por El Periódico advierte que la igualdad está muy enferma en esta geografía española diezmada por una crisis que sólo deja escarcha en las neveras y esqueléticas éticas. Una percepción que ya se vislumbró cuando el Ayuntamiento de Vic quiso no empadronar a los inmigrantes. Las cifras cuentan que el 64% de los ciudadanos está de acuerdo con la controvertida...