Por coherencia y por dignidad. Una explicación concisa y rápida, tan fugaz que al decirla con velocidad se vuelve difícil atrapar todo su significado.Pero así de escueta, y a la vez de completa, ha sido la respuesta de algún que otro municipio decidido a ser sede de un cementerio nuclear. La población de algunos de estos territorios apenas supera el centenar de personas, la economía está marchita desde hace décadas y la inmigración es una añoranza. Da la casualidad de que sus dirigentes militan en el Partido Popular, saben que en la calle Génova no desprecian esta energía -siempre que no haya intereses de por medio- y que el vecino bohemio es un buen surtidor nacional. Nadie ha hablado de las extravagancias con las que se viste toda ideología en estos tiempos, pero sí del renacimiento que, en número de puestos de trabajo, puede suponer. A fin de cuentas, de eso es de lo que se habla también hoy en Davos. Se comentan tanto los desastres que arrastra la sociedad de este país que el único...